En Banda Ancha

Transmisión Generacional y Entre Contemporáneos

There’s a hole in my story

There’s a hole in my heart

And this storyteller is falling apart

You’re on my mind, You’re on my mind

You’re on my mind, You’re on my mind

Passenger °


° “Hay un agujero en mi historia / Hay un agujero en mi corazón / Y este narrador se está derrumbando / Vos estás en mi mente, Vos estás en mi mente / Vos estás en mi mente, Vos estás en mi mente. You’re on my mind. Passenger

El concepto de trabajo psíquico de la intersubjetividad que desarrolla René Kaës sostiene que los sujetos que pertenecen a un vínculo adquieren en diversas medidas gracias a éste, la aptitud para llevar adelante un conjunto de operaciones psíquicas. De este modo, pueden significar, interpretar, recibir, contener o rechazar, ligar o desligar, transformar y representar(se). Así como también, jugar con objetos, representaciones, emociones y pensamientos que pertenecen a otro sujeto, y que transitan a través de su propio aparato psíquico o que se incluyen en él, por incorporación o introyección, deviniendo en partes enquistadas o integradas que pueden o no quedar en condiciones de ser reutilizadas. 

Como puede apreciarse, el planteo de un trabajo de la intersubjetividad es tributario de la conceptualización de que advenimos al mundo en un espacio relacional que nos contiene, apuntala y modeliza convirtiéndonos en sujetos de vínculo. Por lo tanto, la vida psíquica se habría de constituir y complejizar en la dinámica de los intercambios que se generen en los vínculos en los que el sujeto participa o se encuentra incluido.

De este modo, resulta a las claras que la transmisión de procesos y contenidos inconscientes de una generación a otra, o bien, entre contemporáneos, queda englobada en dicho trabajo psíquico. No obstante, para que esta transmisión se ponga en marcha y genere sus efectos se requiere la operatoria de otros conceptos que Kaës desarrolla en su obra. Me refiero aquí a los conceptos de crisis, apuntalamiento y alianzas inconcientes.

Kaës plantea que somos sujetos de crisis. No obstante, el concepto de crisis no se despliega en soledad, se complementa con los de ruptura, superación y sutura. Por tanto, toda crisis devendrá en una ruptura que podrá ser, a su vez, superada o suturada. Sin embargo, aún cuando la crisis sea superada, esto no impedirá la eclosión de la siguiente. Es que los recursos que generamos para solucionar la crisis en curso van a ser los causantes de la próxima.

De todos modos, la clave para superar una a una la secuencia en la que se enhebran las sucesivas crisis se halla justamente en otro de los conceptos en juego. Se trata del apuntalamiento, pero en la versión con la que Kaës reformulara aquella concepción de cuño freudiano.

Según los desarrollos de esta nueva versión, a partir del apuntalamiento de la pulsión sexual sobre las funciones vitales se van a producir una serie de derivaciones que habrán de conducir a nuevos apuntalamientos, a saber: el de la pulsión sobre el cuerpo, el del objeto y del Yo sobre la madre, el de las instancias sobre las formaciones elementales (por ejemplo, el Preconciente sobre los restos mnésicos), y el de las formaciones generadoras del vínculo (identificaciones, imagos, complejos, modalidades de pensamiento), sobre el grupo y la cultura. De este modo, el apuntalamiento se presenta en forma múltiple, recíproca y reticular.

De este modo, en el desarrollo de este procesamiento encontraremos una secuencia lógica que enlaza a sus cuatro componentes: apoyo sobre una base originante, modelización identificatoria, ruptura crítica y transcripción. No obstante, esta situación no se va a presentar solamente al comienzo de la vida. En cada vinculación que se produzca a lo largo del curso vital, ya sea con un sujeto, con un grupo o con una institución, el sostén que provenga de los respectivos apoyos y modelos nutrirá al protagonista del apuntalamiento con sus aportes. Sin embargo, para que dicha nutrición pueda metabolizarse se hará necesaria una ruptura crítica que genere una distancia respecto de dichos aportes. Finalmente, este procesamiento se habrá de completar con la operatoria de la transcripción, la cual produce un pasaje transformador dando lugar a una nueva síntesis entre lo existente y lo aportado.

Tal como puede observarse, la operatoria de transcripción implica un pasaje transformador entre dos medios heterogéneos, de la misma manera que cuando se transcribe una pieza musical de un instrumento a otro. Por esta razón, la separación existente entre los términos apuntalados recíprocamente (sujeto-grupo familiar, sujeto-grupo de pares, sujeto-cultura, sujeto-ideales y valores, etc.), exige una elaboración psíquica durante dicho pasaje porque en caso contrario en vez de una transcripción se produciría una sutura, la cual impediría que lo heterólogo devenga en homólogo. De este modo, el apuntalamiento de las formaciones generadoras del vínculo (identificaciones, imagos, complejos, modalidades de pensamiento), sobre el grupo y la cultura resultan decisivos para poder superar la corriente secuencial de crisis que asuela a los sujetos.

Ahora bien, en la medida que cada salida de una crisis requiere de un apuntalamiento, esta situación produce simultáneamente una transmisión. Es que tanto los apoyos como las modelizaciones ofertadas a lo largo del proceso del apuntalamiento aportarán representaciones, afectos y deseos que irán a engrosar el psiquismo del sujeto apuntalado.

En este sentido, el proceso de reformulación psíquica que requiere todo sujeto que ingresa a la transición adolescente, en tanto crisis vital de pleno derecho, debe contar para su concreción de manera imprescindible con la presencia de sus otros significativos (padres, hermanos, tíos, abuelos, amigos, profesores, personajes de la vida pública, personajes de ficción, etc.). Esta reformulación que comanda la remodelación identificatoria sólo puede ser procesada en la red de sostén que conforman los apuntalamientos que se establecen con estos otros. Será, justamente, en estas vinculaciones que el joven, mediante el apoyo sobre la base originante que ofrecen aquellos vínculos podrá desplegar la modelización identificatoria, la cual le permitirá renovar el plantel de sus montajes identitarios. Empero, asimismo, deberá promover una ruptura crítica con aquellos modelos para poder hacer el pasaje a través de la operatoria de la transcripción, lo cual le permitirá terminar de hacer propio aquello que provino de un territorio ajeno.

De esta manera, el proceso de apuntalamiento depende para su desarrollo de los diversos enlaces vinculares que alimentan las dimensiones inter y transubjetivas de los adolescentes. Por lo tanto, no podría realizarse sin la participación de aquellos que los rodean, tanto en su carácter de objetos, de enemigos, de auxiliares o de modelos. Es decir, en cualquiera de las funciones para las que están destinados, o bien, en algunas de las posibles combinaciones que puedan surgir entre ellas.

Por su parte, las alianzas inconcientes (contrato narcisista, pacto denegativo, pacto narcisista, comunidad de renunciamiento pulsional, comunidad de renegación, etc.), son las que sostienen el destino de la represión y de la repetición, en tanto “son formaciones psíquicas intersubjetivas construidas por los sujetos de un vínculo para reforzar en cada uno de ellos ciertos procesos, ciertas funciones o ciertas estructuras de donde extraen un beneficio tal que el vínculo que los reúne adquiere para su vida psíquica un valor decisivo” (Kaës, R. 1993 pág. 334).

En las problemáticas adolescentes nos habremos de encontrar frecuentemente con alianzas inconcientes suscritas en otros momentos vitales del sujeto, que pueden devenir obstaculizantes en el proceso de desprendimiento manteniendo al joven ligado a sus otros significativos a través del retorno de lo reprimido. Este retorno podrá plasmarse a través de la formación de síntomas compartidos, que mantienen su formación de compromiso por medio de dos vías: por la propia alianza inconciente y por la lógica individual de la represión de cada uno de los sujetos.

De este modo, la transmisión de procesos y contenidos inconscientes de una generación a otra a través de la labor de las alianzas inconcientes no sólo garantiza la continuidad de la vida psíquica en la sucesión de las generaciones, sino que refrenda la hipótesis freudiana de que ninguna generación está en condiciones de ocultar a las que la siguen sucesos psíquicos que resulten claramente significativos. Es que el sujeto, además de obtener un lugar y una dotación identitaria en el conjunto intersubjetivo que lo trae al mundo se obliga a sostener un legado que lo inviste como el portador de los sueños de los deseos irrealizados, de las represiones, de los renunciamientos y de las fantasías de sus predecesores. Este investimiento deviene efecto directo del trabajo de la intersubjetividad, en tanto y en cuanto el sujeto siempre quedará enlazado a los conjuntos inter y transubjetivos a los que pertenece, o bien, con los que interactúa, mediante vínculos de identificación, de apuntalamiento y de alianzas inconcientes.

Por el contrario, si los procesos y contenidos inconscientes no se trasmitieran de una generación a otra, esta última estaría obligada a comenzar su aprendizaje de la vida desde cero. Por lo tanto, la transmisión entre generaciones se presenta como una verdadera urgencia a la hora darle un lugar a las exigencias narcisistas de conservación, a la continuidad de la vida psíquica, a las prohibiciones fundamentales y hasta aquello que no se puede mantener, albergar o ligar en la psiquis de un sujeto o en la dinámica vincular de un conjunto inter o transubjetivo.

Este apremio en la transmisión de procesos y contenidos inconscientes de una generación a otra se manifiesta en cada sujeto a través de la operatoria del rechazo, del depósito o de la proyección de aquello que sin su conocimiento ni su consentimiento se ha instalado en su mente, en la medida que resultó atraído y ligado por el accionar de su psiquismo más allá de las deformaciones a las que el proceso mental defensivo de sus predecesores lo haya expuesto.

El trabajo mental que impone a la subjetividad del lactante la actividad de representación y de identificación de la psique materna no se circunscribirá a las corrientes donde fluye la pulsión de vida. Justamente, el reconocimiento de las perturbaciones sufridas durante esta transmisión revelaron las irregularidades, alteraciones y defectos que dicha actividad podía precipitar sobre aquella subjetividad, junto con sus gravosas consecuencias. Las fallas en la función materna revelaron el protagonismo de la dimensión subjetiva del objeto en las deformaciones a las que puede verse expuesto el psiquismo espejando las debilidades, las inconsistencias, las omisiones o las carencias de la presencia del otro del vínculo en el objeto.

Así como ya no se pudo volver pensar en la pulsión sexual solamente a partir de su determinación intrapsíquica, tampoco fue posible seguir haciéndolo con la pulsión de muerte. Su inscripción también debe ser rastreada en las vicisitudes que caracterizan al encuentro con el otro del vínculo. Especialmente, en aquellas experiencias vividas, o mejor dicho padecidas, en relación con las ya citadas debilidades, inconsistencias, omisiones o carencias provenientes de su fragmentario y endeble papel como objeto. Estas insuficiencias en su condición resultan determinantes a la hora de llevar a cabo aquella inscripción, ya que la transmisión que el otro del vínculo hará de la dimensión mortífera que habita en su psiquismo guardará concretas proporciones con la desorganización que lo caracteriza y lo gobierna.

Por lo tanto, el sujeto no será sólo el heredero y servidor de los vientos tróficos que agitan el oleaje de las pulsiones sexuales, que en sus versiones tanto narcisistas como objetales contribuyen con su accionar a atravesar y sostener la sucesión de las generaciones. Heredará también la resultante de aquello que nunca se invistió, o bien, de aquello que a pesar de su empecinada insistencia no logra ligarse. Asimismo, recibirán en herencia las tendencias destructoras que transportan los psiquismos parentales, ya provengan de su propia cosecha, ya se hayan originado como resultado del depósito efectuado por sus respectivos progenitores. Estas herencias despejarán el terreno para que la pulsión de muerte, de manera consecuente, se apuntale sobre el fértil almácigo de la melancolía, sobre el vacío de la ausencia vincular, sobre la transmisión de la falta de sentido, sobre las angustias de no-asignación y sobre las malformaciones de la autoestima. 

Las injerencias, derivaciones y efectos de la transmisión entre generaciones, así como entre contemporáneos, son rastreables en la labor clínica a través de los dispositivos psicoanalíticos, tanto en sus versiones bipersonales como en las  multipersonales. En este sentido, el trabajo psíquico de la intersubjetividad se torna imprescindible en el trabajo con adolescentes debido a la particularidad que genera su condición, ya que justamente, estos se encuentran embarcados en una crítica transición donde se verán obligados a elaborar de alguna manera los pertinentes reposicionamientos subjetivos en los vínculos con sus otros significativos, para encontrar el camino que los conduzca hacia el necesario desprendimiento.

Recepcionamos y trasmitimos en y desde la banda ancha del inconciente. Por esta razón, sintonizaremos con nuestros receptores concientes sólo aquello que se libere del campo gravitatorio de la represión, de la desmentida o del repudio. No obstante, esto será posible en la medida que podamos disolver las alianzas inconcientes que determinan y administran tanto el retorno de aquello que fue impedido de acceder a la conciencia, como la formación de síntomas comunes y compartidos. Justamente, aquellos que garantizan mediante el accionar del pacto denegativo la persistencia de los bolsones de silencio o de intoxicación que mantienen a los sujetos alejados tanto de su historia como de la de los otros del vínculo.

BIBLIOGRAFÍA

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Gomel, Silvia K. de (1997): Transmisión generacional, familia y subjetividad. Lugar.

Kaës, René (1984): “Apuntalamiento y estructuración del psiquismo”. Revista de Psicología y Psicoterapia de Grupo. Tomo XV, Nº ¾. Buenos Aires, 1991.

Kaës, René (1979): Crisis, ruptura y superación. Cinco. Buenos Aires, 1979.

Kaës, René (1993): El grupo y el sujeto del grupo. Amorrortu. Buenos Aires,

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Kaës, René (2007): Un singular plural. Amorrortu. Buenos Aires, 2010.

RESUMEN

Según los desarrollos de René Kaës la transmisión psíquica entre generaciones y contemporáneos se habrá de producir mediante el trabajo de la intersubjetividad. Este trabajo se apoya en los conceptos de crisis, apuntalamiento y alianzas inconcientes.

According to the developments of René Kaës the psychic transmission between generations and contemporaries is going to be produce through the work of intersubjectivity. This work is supported by the concepts of crisis, underpinning and unconscious alliances.

Selon les développements de René Kaës la transmission psychique entre générations et contemporains devra être produit par le travail de la intersubjectivité. Ce travail s´appui sur le concepts de crise, étayement et alliances inconcients.

Palabras Clave

Transmisión psíquica, intersubjetividad, crisis, apuntalamiento, alianzas inconcientes.

Transmission psychic, intersubjectivity, crisis, underpinning, unconscious alliances.

Transmission psychique, intersubjectivité, crise, étayement et alliances inconcients.

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